Elisa de Sampedro/Great Place to Work® México
Cada vez escuchamos más del blue monday durante los primeros días del año, cuando una vez superada la resaca decembrina reiniciamos las actividades habituales.
Aunque el término podría aplicarse para el primer lunes del año, en realidad hace referencia al tercer lunes de enero. Han pasado ya las fiestas que nos ilusionan y que nos hacen olvidar las desventuras del año. Las posadas, la Navidad y el Año Nuevo —con su renovación de votos e intenciones—. Incluso, para muchos, los trajines culminan con la llegada de los Reyes Magos el 6 de enero, una fecha de ilusión para los niños que muchos adultos tienen la misión de asegurar.
Este sentimiento de éxtasis de temporada es mayor si donde trabajamos nos otorgan vacaciones para disfrutarlo. Por un momento, parece que todo es alegría, nos encontramos con viejos amigos y familiares que no frecuentamos mucho. Nos abrazamos y deseamos lo mejor.
Pero cuando todo esto ha pasado puede llegar un reencuentro amargo con la realidad —es decir, un blue monday— si no hay suficientes palancas motivacionales en nuestra vida.
La situación será peor si además descubrimos que gastamos más de lo debido y ya nos hemos endeudado —otra vez—. Puede sobrevenir entonces un sentimiento de soledad e incluso de angustia. La depresión acecha por las ventanas.
Dentro de la organización, probablemente pensemos que un blue monday se trata sólo de dificultades personales que cada quien deberá enfrentar en su fuero íntimo y que nada tienen que ver con lo colectivo.
Sin embargo, un colaborador angustiado por deudas, desmotivado de manera personal y profesional en el inicio de año, o que simplemente siente que su vida se le va de las manos, reflejará estas circunstancias en su área de responsabilidad y en su ambiente laboral. ¿Qué podemos hacer?
La vitamina: Great Place to Work® y las competencias escuchar, inspirar y desarrollar
Los Mejores Lugares para Trabajar® han aprendido que los líderes pueden desarrollar tres competencias culturales específicas que les ayudarán a enfrentar esta situación: la escucha, la capacidad de inspirar a sus colaboradores y el desarrollo de habilidades.
Mediante la escucha, los líderes podrán acercarse de manera efectiva a los colaboradores para descubrir si una aparente incomodidad está encubriendo una gran crisis interna.
El desarrollo general de una cultura de confianza podrá eventualmente abrir los espacios para poder compartir estas dificultades que son esencialmente personales, aunque pueden tener un impacto en el desempeño y en los resultados.
Por otro lado, si la organización en su conjunto establece metas financieras e indicadores de desempeño para aprovechar mejor los recursos y prevenir las contingencias, los miembros de la organización se sentirán inspirados y podrán desarrollar para sí mismos estas competencias.
Los líderes que desarrollen tales capacidades a escala individual no sólo fomentarán equipos más eficaces, sino también mejores personas, mejores padres de familia y mejores ciudadanos.
Una vez detectada la necesidad de desarrollar las habilidades de planeación financiera y el establecimiento de metas personales y colectivas que motiven a iniciar el año con alegría y empeño, la organización tendrá el desafío de crear las mejores prácticas culturales para todos que garanticen este desarrollo a mediano y largo plazos y vean el blue monday sólo como una anécdota.