Una de las primeras cosas que aprendí al inicio de mis estudios profesionales y que se convirtió en la razón del porqué de mi elección de carrera se enfocó en cumplir la misión de velar por “la dignificación del hombre en el trabajo”. A lo largo del camino, para los que nos apasiona el desarrollo de la persona de manera integral, consideramos el aspecto laboral como parte esencial de este crecimiento y entender la relevancia de generar alrededor del mismo las mejores experiencias que por consecuencia impacten positivamente en cada una de sus familias. En la actualidad dentro de las organizaciones podemos llegar a convivir hasta 5 generaciones distintas en un mismo lugar de trabajo.
De acuerdo con Great Place to Work® México en las organizaciones de 500 a 5000 colaboradores, existe una proporción de 6% de personas que pertenecen a la generación Baby Boomers, contrastando con un superior 57% de Millennials y un 2% de Generación Z. Ello esto nos lleva a replantear constantemente la mejor forma de tener esa cercanía, confianza y engagement con las personas entiendo que puedan tener necesidades e intereses distintos. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la esperanza de vida en México es de 75 años. Personas que hoy están cumpliendo 55, 60 o 65 años, aun pueden tener aspiraciones de continuar su ocupación laboral. Hoy en día podemos entender el proceso de evolución del talento a través de su camino por la organización, desde el momento de la atracción hasta su desvinculación.
Necesitamos sangre experimentada que rete y motive a las áreas de Capital Humano a encontrar mejores prácticas culturales, que impulsen la continuidad en el trabajo hasta el cierre de su ciclo en la vida laboral. Algunas buenas prácticas de Capital Humano que hoy en día hacen gran diferencia entre las organizaciones consideradas como excelentes lugares para trabajar y que dan oportunidad de mantener el talento de las personas de la tercera edad, son:
• Brindar oportunidades atractivas para líderes de edad avanzada, permitiendo a los colaboradores rediseñar su rol en la compañía y crear una personalizada segunda carrera dentro de la misma. Por ejemplo, este tipo de rediseños pudieran incluir horarios de trabajo flexibles, sedes de trabajo alternas así como proyectos especiales.
• Realizar assessments o evaluaciones integrales a los colaboradores con más antigüedad, para impulsar su desarrollo como mentores o instructores en diferentes materias. Como parte de su desarrollo una buena idea es entrenarles en técnicas de enseñanza, con las cuales puedan transferir el conocimiento y experiencia al resto de los colaboradores en vías de desarrollo.
• Generar convenios con instituciones que impulsan la inclusión de personas de la tercera edad al campo laboral.
• Reclutar personas de la tercera edad que posean habilidades técnicas necesarias para desarrollar determinadas actividades administrativas, y con flexibilidad de laborar jornadas más cortas y medios tiempos. De esta manera no se compromete su salud y se asegura una retribución económica justa. Estas son algunas estrategias que pueden impulsar las organizaciones para apoyar a aquellas personas que aún no desean desvincularse del ámbito laboral, dando oportunidad a la transformación y la continuidad de su actividad productiva dentro o fuera de las organizaciones. Cabe mencionar que a nivel nacional hay esfuerzos para mantener en activo el talento de los adultos mayores.
El Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM), firmó un convenio de colaboración con el Instituto Mexicano de Teleservicios (IMT); a través del “Programa de recomendación para el empleo de personas adultas mayores” promueven entre sus clientes, una cartera con el perfil de sus candidatos, personas mayores de 60 años dotadas de un cúmulo de experiencias, beneficios y aptitudes. Las personas mayores pueden y necesitan seguir activos, está en manos de las organizaciones el cuidado responsable del talento experimentado, considerando sus fortalezas y el valor que dan a la sociedad. Pensemos que al final del camino, y probablemente antes de que nos demos cuenta, todos estaremos justo ahí, esperando disfrutar el compartir nuestro talento con personas más jóvenes, aportando experiencia que sirva para enfrentar retos de su época, con la esperanza de lograr una vida plena y digna para todos. En nuestras manos no solo está “la dignificación del hombre en el trabajo”, ahora esta misión se vuelve más robusta y sin duda un mayor reto, “la dignificación del hombre y la mujer del inicio a la conclusión de su vida laboral”.